MIS OBRAS

viernes, 29 de enero de 2010

PISANDO FUERTE




¿En alguna ocasión te has visto caminar? ¿Te has parado a pensar como son y como suenan tus pasos?

Tu forma de andar, es una de las características que forma parte de ti y te lo creas o no, también dice mucho de tu persona, de cómo caminas por la vida... hay personas que sus pasos son cansados, aquellos que al desplazarse arrastran los pies, como si algo les pesase demasiado; hay pasos muy rápidos, demasiado rápidos, casi dejan de caminar para correr, tienen prisa por llegar; hay pasos perdidos, indecisos, errantes, sin destino; hay pequeños pasos, son aquellos que comienzan la tarea de caminar, un nuevo aprendizaje, por ello necesitan de un apoyo continuo para no caer al suelo; hay pasos tranquilos, pausados, continuos, parecen que tuvieran claro hacia donde ir y hay pasos que marcan ritmo, fuertes, seguros, decididos hacia dónde quieren llegar.

Andar por la vida con paso firme, segura de lo que dices y haces, intentando ser consecuente, reconociendo tus errores y aprendiendo de ellos.

Mantener, practicar y reforzar los valores humanos que merecen la pena, aquellos en los que crees y por los que te conocen.

Creer en ti y en los tuyos, confiar y dar confianza, tropezar y caer y cuando te levantas volver a caminar por la vida, de nuevo... sin mirar los pasos que dejaste atrás.

Tener los pies en el suelo, no perder el norte, soñar lo justo para no alejarte de la realidad.

Ir por la vida pisando fuerte, que tus pasos se oigan, que tu esencia se sienta, que tu presencia alegre, que tu opinión se tenga en cuenta y que tu obra no deje indiferente.

Que fácil decirlo, que difícil mantenerlo y que gratificante conseguirlo...

La pintora Tamara de Lempicka (Varsovia 1898, México 1980), se abrió paso, marcando su propio estilo, en la sociedad patriarcal a principios del siglo XX a base de glamour, carácter y atrayente personalidad.
Mujer sofisticada, elegante, sensual, liberal, divertida, arrogante, talentosa, provocadora, cosmopolita...muchos son los adjetivos con los que puede calificarse una personalidad tan arrolladora e influyente como la de Tamara.

La historia del arte la reconoce como una “diosa” de la modernidad con sus retratos de mujeres seguras de si mimas que anunciaban el nacimiento de una nueva era.
Lempicka desarrolla un estilo enigmático, sensual y muy personal, adscrito al Art Decó y en los años veinte se convierte en retratista de moda de la aristocracia, deslumbrando con la deliberada sensualidad de su arte. Sus retratos aluden a un mundo elitista en el que las mujeres son libres e independientes como ella misma.

Se codeó con los grandes artistas e intelectuales (Greta Garbo, Octavio Paz, Orson Welles, Tyrone Power y Rita Hayworth) y sus óleos fueron disputados por las grandes fortunas europeas.

No todo el camino artístico de Lempicka estuvo marcado por el éxito, esta especial artista cayó en una etapa de olvido e indiferencia durante décadas, a partir de los años cuarenta sus texturas apenas motivaban a una sociedad aséptica y anodina marcada por la Segunda Guerra Mundial.

Por suerte, en el año 1994 gracias a una subasta de la colección de arte de Barbra Streisand, en la sala Chirstie´s de la Quinta Avenida de New York, las obras de Tamara de Lempicka resurgen de nuevo, esta subasta contribuye a redescubrirla y a revalorizarla y el afán de poseer un Lempicka se apodera de Holliwood, el arte de Tamara vuelve a ser influyente y atrayente.

Tamara de Lempicka fue un símbolo de toda un época, sus pasos y su obra dejaron huella... merece la pena admirar a pintores que han sido, tanto en su vida como en su obra consecuentes con lo que hacían, con lo que creaban, no traicionando sus raíces, no olvidando sus creencias, siendo capaces de transmitir toda su esencia y dejando en la historia del arte todo un legado...


Os presento mi especial obra PISANDO FUERTE, deseando que no te deje indiferente...




PISANDO FUERTE, 2006
Óleo sobre lienzo
70 x 50 cm








domingo, 17 de enero de 2010

LOS SONIDOS DEL ANOCHECER


Ayer mientras anochecía, oí caer las hojas de los árboles... decidí admirar durante unos minutos el baile que realizan al desprenderse de las ramas, la elegancia de sus movimientos mientras juegan con el viento y su último susurro al posarse en el suelo.
Ayer anocheciendo, oí como las gotas de lluvia golpeaban el cristal, intermitentemente, con pereza...y oí como, sin ninguna intención de molestar, resbalaban suavemente hasta posar.
Ayer al anochecer oí como pasaba el tiempo, segundo a segundo, tic-tac a tic-tac, y me dediqué a contemplar como transcurría todo un tiempo sin nada que pensar y ningún sonido más que escuchar.

Mientras oía pasar el tiempo, caer las hojas de los árboles y chocar las gotas de lluvia, me di cuenta de cuanta tranquilidad y de cuantas luces en la noche comenzaban a iluminar la ciudad.
Son anocheceres sosegados, noches que buscan el silencio y la paz, anocheceres con sonidos en busca del descanso en los que si cierras los ojos puedes oír los sonidos de tu alrededor que tantas veces pasan inadvertidos, incluso los latidos de tu corazón, los suspiros y... tu respirar.

Es curioso reflexionar los anocheceres tan diferentes que puedes llegar a experimentar...
Recuerdo los anocheceres de fiesta, de juerga, de salidas nocturnas que enlazan con el amanecer, aquellos que terminan con los primeros rayos de sol, están llenos de risas, de música, de locura, de libertad.
Esos anocheceres largos, los que preceden a noches en vela, quizás por el llanto de un bebé que no tiene intención de callar, o tal vez por inesperados desvelos con imposibilidad de descansar; son sonidos y noches que prefieres olvidar.
Recuerdo con mucho cariño aquellos interminables anocheceres en los que oyes el sonido de los libros y folios de apuntes, tazas de café, silla de estudio y el sonido del reloj que te recuerda que en unas horas te tienes que examinar.
Y estoy segura que tu tampoco puedes olvidar algún anochecer muy, muy especial... ese que, ya forma parte de tu historia personal.


Al anochecer Toulouse-Lautrec se mezclaba entre la gente por los locales de diversión nocturnos del célebre barrio de Montmartre, la fascinación que sentía por estos paisajes interiores -cafés, prostíbulos, salas de baile, teatros- le llevo a familiarizarse con aquel entorno bohemio que tan espléndidamente reflejó en sus obras y en los numerosos bosquejos del natural.
Este mundo de la noche, de vicio y de extravagancia que fue un refugio para Lautrec, quién se sentía rechazado por la nobleza a la que pertenecía su origen, también fue su fuente de inspiración y temática, muy observador le atraía la gestualidad de cantantes, bailarinas y comediantes, le gustaba ridiculizar la hipocresía de los poderosos que rechazaban en voz alta los vicios y ambientes que degustaban en privado en la noche. Se consideraba a si mismo un cronista social y se mezcló y pintó y fue como el pueblo.
Toulouse-Lautrec se convirtió en el pintor de la modernidad, abandonando el estilo convencional para formar parte del Neoimpresionismo, sus carteles y litografías supusieron una gran innovación artística y fueron el vehículo que más publicidad dieron a su nombre.
Aplicó a la pintura su poderosa personalidad y su especial gusto por tratar a las personas y las cosas. El juego de las líneas, la sencillez de las formas, la intensidad del color, la desenvoltura dramática de sus personajes, su contacto con el placer y la alegría de vivir, hacen irrepetible la obra de Henri Toulouse- Lautrec.

Este gran pintor fue el ilustrador de la noche parisina, atraído por el deseo de mirar y de ser visto, supo transmitir sus sonidos, sus movimientos, sus pasiones, sus peligros y atracciones, supo reflejar en los rostros y retratos de sus gentes el anochecer de Montmartre.

(...) una cosa nunca es bella sólo porque sea nueva (...), la novedad es rara vez lo esencial. Se trata siempre de lo mismo: mejorar una cosa a partir de su esencia.

Henri de Toulouse-Lautrec



LOS SONIDOS DEL ANOCHECER

Óleo sobre lienzo

100 cm x 100 cm